Cuando era chica me encantaba dibujar en la calle y armar casas para playmobils. Con una amiga habíamos diseñado una línea de ropa deportiva, la marca, los catálogos y los productos. Ese era mi refugio y quedó siempre vinculado al juego. Nadie en mi familia pertenecía al ámbito creativo, no tenía referentes por ahí.
Al terminar el secundario, con una visión salvadora del mundo me inscribí en Ciencias Biológicas en la FADU. En el pabellón de al lado está la Facultad de Arquitectura y Diseño, por lo que frecuentemente iba y venía de uno a otro.
¡Este detalle fue crucial! ¿Por qué? Porque se presentó ante mí un mundo desconocido, de colores y formas, de librerías llenas de materiales que me dejaron atónita.
Al año siguiente, crisis vocacional por medio, me inscribí en la carrera de Diseño gráfico, sin tener la menor idea de hacia dónde iba.
Paralelamente, estudiaba pintura y dibujo en un taller. Por muchos años a estas dos disciplinas no pude juntarlas.
Trabajaba de diseñadora y pintaba en mi tiempo libre utilizando técnicas clásicas.
Me casé, tuvimos nuestro primer hijo y nos fuimos a vivir al exterior. Mi vida se dio vuelta cien por ciento: mis tiempos y mi entorno eran otros.
De vuelta en el país, retomé el diseño freelance y mi trabajo como artista fue creciendo cada vez más
No podría decir que, en aquel momento, ya era mi pasión: sentía que aún estaban muy desconectadas las dos disciplinas y eso me generaba incertidumbre y no sabía por dónde seguir.
Tomé la decisión de regalar todo lo que tenía hecho, de ponerme en cero y forzarme a trabajar en algo nuevo con materiales y herramientas nuevas. Solo así podría obtener algo diferente.
Comencé a explorar el calado en papel. Siempre me gustaron los mapas por su riqueza visual y por la memoria que cargan con ellos.
Fue como una puerta que se abrió, que crucé sin saber a dónde me llevaba y que tomó su propio cuerpo hasta el día de hoy.
Mi proceso creativo comienza con la elección del mapa, quizá porque es una ciudad que me interesa particularmente, porque visualmente tiene algo atractivo, por algún encargo en especial, etc.
Paso siguiente, empiezo a calar el mapa a mano con cúter bisturí. Este proceso es largo y muy delicado.
Una vez finalizado, digitalizo todo y paso a la compu, en donde diseño estampas para textiles, ilustraciones, diseños de postales, etc.
Y el mapa original se transforma en una obra de arte que se puede encontrar en mi estudio o en galerías.
Todo, a su debido tiempo, se unió y cobró forma.
Cada persona tiene un tiempo y un accionar diferentes. En lo personal, creo que todos somos creativos.
No estoy hablando de hacerlo profesionalmente, hablo de poder conectar con nosotros mismos. Y eso se aprende, se practica y se disfruta.
Sin esperar nada en particular.
Solo por el placer de hacerlo.
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