Esta es mi historia.
Llegó el turno de responder mis propias preguntas.
Encontrar mi pasión fue liberador, me dio paz. Sí me cambió, porque antes vivía con la sensación de que la fiesta estaba en otro lado y a mí nadie me había invitado. Recuerdo que estar en casa no me gustaba, tenía que generar cosas fuera, ver más gentes, más actividades, nunca paraba y vivía todo desde la ansiedad.
Definitivamente fue un proceso, el cual continua porque creo que nuestra pasión evoluciona y crece con nosotros, para mi no es algo estático. Pero sí puedo precisar el momento exacto en que mi proceso inició.
Fue cuando mi marido me dijo la frase “yo no tengo la culpa de que vos no tengas una pasión”. No me olvido más de la sensación, fue el mayor cachetazo de realidad que recibí en mi vida y el que más agradezco.
En mi caso no son lo mismo.
Mi pasión es crear cosas desde lo artístico. Para mí la magia está en mezclar elementos y presenciar su transformación, como cuando un grupo de papeles se convierten en un collage, o cuando dos colores se convierten en una gama infinita que me inspiran una cartera. Eso es mi pasión y puedo quedarme horas.
Mi propósito en cambio, es comunicar. Si bien para mi están súper ligados, porque de no haber vivenciado la paz de encontrar mi pasión no hubiera sentido la necesidad de comunicarla, aun así los puedo separar, porque cuando mi pasión me frustra o me cansa, mi propósito me sostiene.
Mi falta de foco, soy tan curiosa que la adrenalina del descubrimiento me resulta adictiva.
El momento más crítico es cuando esa adrenalina pasó, y tengo que aguantar las ganas de saltar a otro nuevo tema. Y es una cornisa peligrosa, porque sé que en cualquier momento puedo caer en un círculo nocivo de inconstancia y culpa que no me suma.
En este punto lo que me salvo es conocerme, porque ahora cuando estoy en esa disyuntiva, puedo decir “ha, estoy en la etapa del bajón” ya sé que es una parte de mi proceso por la que siempre paso y no me torturo más.
Lo visual, todo me entra por los ojos. Los libros de prints y estampados me matan. Cada vez que estoy en una ciudad grande voy a los Shop de los museos, a exposiciones, a barrios de diseño, quiero absorberlo todo. El cine también me inspira mucho, he llegado a bancarme hasta el final películas con argumentos muy malos, solo porque el vestuario o los empapelados me encantaban. Ahora que lo pienso quizás tenga problemas, jájájá.
Estoy empezando, creo que desde mitad del año pasado recién logre que mi emprendimiento se auto-sustente, y estoy desde el 2016!
Por primera vez sé lo que quiero, y aunque todavía no pueda retirar un sueldo porque sigo re-invirtiendo, sé que poder hacerlo es solo cuestión de tiempo.
Para mí el éxito significa acostarme agradecida y levantarme entusiasmada con la vida que fui construyendo. Es poder decir en vos alta y sin culpa, que me gusta mi vida, y que me gustaría quedarme lo más que pueda, para seguir aprendiendo, viajando y riéndome con mi marido.
Hoy puedo decir con orgullo que el proceso. Fue uno de los desafíos más grandes con los que tuve que luchar, antes estaba muy centrada en el resultado, y eso me sacaba libertad, porque tenía puesta la valoración de mi trabajo fuera, en el otro y en sus opiniones.
Creo que el cambio de enfoque me lo dio haber encontrado un propósito, como ya se adonde quiero ir ahora puedo disfrutar del viaje, para mí eso es el proceso
Sí, lo más importante que aprendí es que la pasión no se busca, se construye siguiendo nuestro instinto. Hay una creencia, y yo misma la tenia, es como si se tratara de algo que hay que salir a cazar, y eso no solo nos aleja de nuestro objetivo, sino que además nos genera cada vez más ansiedad y frustración.
Creo que es un proceso interno, por eso la receta dependerá de cada uno, pero hay dos cosas que si me animo a decir: la primera es que el recorrido es de adentro hacia afuera y que de fácil no tiene nada; y la segunda es que si resistimos las ganas de huir y permanecemos en el proceso lo suficiente, nuestra pasión nos encuentra, porque en realidad siempre la tuvimos dentro
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(..)En mi caso, cuando renuncie a mi vida de agente de viajes tampoco tenía la menor idea de qué hacer ni como encausar mi necesidad creativa, más bien era una bola de ansiedad y nervios, un segundo feliz y al otro aterrada, pero en esa montaña rusa emocional...